Informe
especial
Irresponsabilidades
ecológicas que producen el cáncer de piel
La
enciclopedia médica del Doctor Stanley L.
Robins, ‘Patología Estructural y
Funcional’, define
el Cáncer como: “ Tumor sólido,
maligno, que degenera en úlcera, corre los
tejidos orgánicos
animales y es casi siempre incurable;
afectando no solamente al hombre sino a
animales
e incluso peces”.
Esta
enfermedad amenaza al ser humano desde su
propia existencia y junto al SIDA forma
parte, hasta entonces, del universo
de lo incurable.
Una
de las formas más comunes en que se
manifiesta el cáncer en el cuerpo humano es
en la
piel y una de las causas que lo provocan es
el efecto de los campos electromagnéticos.
La
electricidad produce fuerzas electromagnéticas
que se liberan al ambiente y tanto el hombre
como otras formas de vida están expuestos a
estas radiaciones.
El
tema preocupa, y mucho, si tenemos en cuenta
que en los últimos treinta años, la densidad
electromagnética (cantidad de radiación
por unidad de volumen) se ha multiplicado
por mil millones.
Esta
descomunal cifra tiene su origen en un
espectacular aumento de la electricidad,
fuente
de energía necesaria para que funcionen los
electrodomésticos, aparatos electrónicos
de oficina, las antenas de radio y televisión,
los radares, tecnologías sanitarias, los múltiples
procesos industriales... Y los efectos y
alcances están en estudio.
Pero
estamos en condiciones de afirmar, que si
bien las ondas no ionizantes tienen una
energía
insuficiente para destruir células, algunos
estudios sugieren que pueden alterarlos (las
ionizantes son capaces de destruir por
completo las estructuras biológicas).
Dentro
del espectro continuo electromagnético, la
frontera entre las ionizantes y las no
ionizantes
está situada entre la zona intermedia del
ultravioleta.
Así,
las radiaciones no ionizantes incluyen
algunos ultravioletas, la luz visible, los infrarrojo,
las microondas y las radiofrecuencias.
Fuentes
de rayos ultravioletas son los aparatos de
bronceado artificial; los infrarrojos se
producen en algunos aparatos de calefacción
y cocina; generadores de microondas son los
hornos (tantos domésticos como
industriales); en tanto que las antenas de
las emisoras de radio y televisión son
intensas productoras de radiofrecuencias.
Sin
embargo, a medida que uno se aleja de
estas fuentes disminuye el peligro; las líneas
de fuerza de los campos electromagnéticos
que se forman en torno a ellos se van
debilitando a medida que uno se aleja.
Por
ejemplo: una aspiradora casera emite a tres
centímetros un flujo que va de 200 a 800
microstelas
(ut) mientras que a un metro el flujo es de
apenas 2 ut.
De
acuerdo a un minucioso estudio efectuado con
animales, podríamos asegurar qué aparatos
o fuentes electrónicas son más peligrosas
para la salud del ser humano.
En
tal sentido, las líneas de alta tensión
ocupan el primer lugar en la escala de
riesgos; en tanto, las redes de conducción
eléctrica montada en las calles y en la
propia vivienda figuran
en segundo lugar; mientras que el efecto de
las mantas eléctricas, por su proximidad al
cuerpo, es peligrosísimo, y está en tercer
lugar.
Las
terminales de ordenadores y los televisores
vendrían en cuarto lugar; los relojes eléctricos
y ventiladores en quinto; y las lavadoras,
secadoras de pelo, afeitadoras y hornos
a microondas en sexto.
No
obstante, el uso de ese tipo de electrodomésticos
no es directamente proporcional al
cáncer.
Todo
depende del organismo de cada uno y de una
serie circunstancias, como por ejemplo,
factores hereditarios.
Pero,
en todos los casos nunca está demás tomar
ciertas precauciones.
En
el caso de los televisores se sugiere
situarse a una distancia de no menos de 90
cm. Los relojes electrónicos y
ventiladores, deben mantenerse alejados de
la cabeza y se recomienda
situarlos a una distancia mínima de 75 cm.
En
tanto, en el caso de las mantas eléctricas
lo mejor es desenchufarlas antes de
dormirse.
Estudios
Todos
estos datos, estadísticas y sugerencias no
surgen de la nada. Según un estudio epidemiológico,
realizado por David A. Savitz, de la
universidad de Carolina del Norte, los hijos
de madres que han utilizado mantas eléctricas
durante el embarazo tienen una probabilidad
dos veces y media mayor de padecer tumores
cerebrales, así como un setenta por
ciento más de desarrollar leucemias.
Una
investigación, realizada por el Centro
Kayser, sobre una muestra de 1.600 mujeres embarazadas,
dedujo que existía una doble posibilidad de
abortar durante los tres primeros meses
de gestación, entre las mujeres que al
menos pasaban veinte horas semanales ante
un
ordenador.
Uno
de los primeros indicios de la acción de
las radiaciones no ionizantes sobre la salud
humana
surgió, hace ya algunos años, con las
molestias que padecían los controladores de
radar: jaquecas y fatigas oculares, entre
otros síntomas.
La
mayor parte de los conocimientos sobre los
efectos de las radiaciones no ionizantes proviene
de experimentaciones con animales,
realizadas en condiciones extremas.
“Bajo
la acción de estos campos, el sistema
nervioso cambia su funcionamiento, se producen
trastornos neurofisiológicos y, por
consiguiente, variaciones en el
comportamiento del
animal.
Los efectos
oculares se centran en el cristalino (blanco
de las radiaciones radiofrecuencias y
microondas). También se ven alterados el
ritmo cardíaco y la presión sanguínea, y aparecen
trastornos hormonales.
El
sistema inmunitario de ciertos animales también
es afectado, modificando la respuesta del
organismo en su batalla por defenderse de
los agentes extraños. Se han observado
variaciones en el sistema reproductor,
siendo el testículo uno de los órganos más
sensibles, e
incluso llega a modificarse la producción
de esperma.
El
desarrollo fetal de los animales de
experimentación también se altera,
provocando abortos
y malformaciones.
Finalmente,
se han observado transformaciones en los
cromosomas, así como modificaciones
en las estructuras y funciones de las células”,
reza un estudio efectuado en
la Universidad de Pensylvania.
La
capa de ozono
Si
bien la contaminación electromagnética es
uno de los factores que altera seriamente la
salud
del ser humano, y como vimos, puede llegar a
provocar tumores en la piel; este tipo de
flagelo, lejos de atenuarse, tiende a
extenderse en el futuro por uno de los
desastres ecológicos
más terribles producidos por la
irresponsabilidad del hombre: la rotura de
la Capa de Ozono.
El
ozno es una forma rara del oxígeno con una
molécula de tres átomos, en lugar de los dos
normales.
El
único lugar de la atmósfera donde este gas
resulta abundante es la estratosfera, entre
los
quince y los setenta y cinco kilómetros de
altura.
Allí,
cumple un rol fundamental: ataja hasta el
cien por ciento de la radiación
ultravioleta de
tipo ‘C’ y el noventa por ciento de la
de tipo ‘B’, dos colores invisibles de
la luz solar
capaces de causar quemaduras y daños genéticos
atroces.
Sin
el escudo de ozono, la vida en la Tierra sólo
sería posible en el mar y además a cierta
profundidad.
En
1986, se detectó una disminución
considerable y preocupante en la Antártida
que hizo correr
alarma por todo el mundo.
En
esa región el registro habitual se ubicaba
en trescientos y trescientos cincuenta
unidades Dobson (UD), que miden
la cantidad de moléculas de este cas por
cnetímetro cuadrado de
terreno;
con tendencia a bajar a doscientos cincuenta
en primavera.
Cuando
se lo midió en 1986, los niveles
primaverales llegaron a oscilar entre los
ciento cincuenta
y doscientos UD. mientras que en 1989 llegó
a ciento veinticinco UD. Y en 1990 el
TOMS midió ciento diez UD.
Los
estudios efectuados indicaron que el fenómeno
se debe al efecto producido por la
utilización
de freones, por lo que miembros de todas las
naciones reunidas en Montreal (Canadá), en
1989, acordaron una medida industrial común
para proteger el medio ambiente:
la de ir reduciendo su fabricación para
llegar al año 2000 con la mitad del consumo
actual.
Sin
embargo, el doctor Robert Watson, de la NASA
, opinó que: “si se detuviera toda la producción
de freones hoy mismo, la cantidad acumulada
es la atmósfera seguiría haciendo perdurar
el agujero antártico de ozono al menos
hasta el año 2075”.
¿Afecta
esto a la Argentina?
Un
dato interesante: sólo el 11 por ciento de
la población de nuestro país utiliza
productos que previenen contra las
alteraciones de la capa de ozono. Teniendo
en cuenta la cercanía geográfica
con la Antártida, este índice debería
crecer en los próximos años (para eso es
necesario información y campañas de
prevención) considerando que es muy
probable que
el problema se agrave.
Sin
embargo, según el Servicio Meteorológico
Nacional, el agujero de ozono sigue siendo
un fenómeno localizado en el espacio y en
el tiempo: sucede únicamente sobre la Antártida
y sólo en primavera.
Hasta
entonces no se midió ningún bajón
importante sobre el territorio continental
de la Argentina.
Los
aparatos de registro de la estación porteña
de Villa Ortúzar, dieron valores
perfectamente normales
en los primeros días de octubre de 1990.
A
su vez, informes de la Organización
Metereológica Mundial (de las bases de
Estados Unidos,
Japón, Nueva Zelandia, el Reino Unido y los
satélites operados por la NASA), destacaron
en ese mismo período que se registraron en
Marambio y South Pole, los valores
mínimos récord desde el inicio de las
mediciones.
Las
ozonosondas registraron la completa
destrucción del ozono entre los 16 y 22
kilómetros
de altitud sobre la superficie antártica
pero aseguraron que si bien estos datos
son realmente preocupantes, el nivel de
destrucción no afecta a la superficie
territorial de la Argentina, aunque ante la
gravedad de la situación, debemos estar
alertas.
Distintos
factores contaminan el ambiente y el
desequilibrio ecológico cada vez crece
más y provoca desastres.
Sin
duda, el futuro de la humanidad depende de
una crucial elección: terminar con los
negocios que ponen en peligro la salud de
todos, o ir hacia una muerte segura.
*
Fuente:
‘Conocer y Saber’
*
Nota correspondiente al ejemplar número
5 (marzo de 1994).
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